Parashat Ki Tisá
En esta parashah Ki Tisá (“Cuando tomes”), proseguimos nuestro ciclo de estudios de las mitzvot del Eterno. El año anterior estudiamos la mitzvah de entregar cada año medio siclo para el mantenimiento del santuario. En esta oportunidad vamos a estudiar la segunda mitzvah que aparece en esta parashah y es la 106 entre las 613 mitzvot. Reza así:
- Precepto para un kohén de lavarse los pies y las manos cuando realice su servicio en el santuario, Shemot 30:19-20.
El texto hebreo con su fonética y la traducción clásica de Reina Valera dice así:
וְעָשִׂ֜יתָ כִּיּ֥וֹר נְחֹ֛שֶׁת וְכַנּ֥וֹ נְחֹ֖שֶׁת לְרָחְצָ֑ה וְנָתַתָּ֣ אֹת֗וֹ בֵּֽין־ אֹ֤הֶל מוֹעֵד֙ וּבֵ֣ין הַמִּזְבֵּ֔חַ וְנָתַתָּ֥ שָׁ֖מָּה מָֽיִם׃ וְרָחֲצ֛וּ אַהֲרֹ֥ן וּבָנָ֖יו מִמֶּ֑נּוּ אֶת־ יְדֵיהֶ֖ם וְאֶת־ רַגְלֵיהֶֽם׃ בְּבֹאָ֞ם אֶל־ אֹ֧הֶל מוֹעֵ֛ד יִרְחֲצוּ־ מַ֖יִם וְלֹ֣א יָמֻ֑תוּ א֣וֹ בְגִשְׁתָּ֤ם אֶל־ הַמִּזְבֵּ֙חַ֙ לְשָׁרֵ֔ת לְהַקְטִ֥יר אִשֶּׁ֖ה לַֽיהוָֽה׃ וְרָחֲצ֛וּ יְדֵיהֶ֥ם וְרַגְלֵיהֶ֖ם וְלֹ֣א יָמֻ֑תוּ וְהָיְתָ֨ה לָהֶ֧ם חָק־ עוֹלָ֛ם ל֥וֹ וּלְזַרְע֖וֹ לְדֹרֹתָֽם׃
18 Veasita kíor nejóshet, vejanó nejóshet lerojtzah, venatatá otó ben óhel moed ubén hamizbéaj, venatatá shámah máim. 19 Verajatzú Aharón ubanav mimenu et iedehem veet-raglehem. 20 Beboam el-óhel moed, irjatzu máim, veló iamutu; o begishtam elhamizbéaj lesharet, lehaqtir isheh laIHWH. 21 Verajazú iedehem veraglehem, veló iamutu. Vehaietah lahem joq-olam lo ulzaró ledorotam.
18 Harás también una fuente de bronce, con su base de bronce para lavar, y la colocarás entre el tabernáculo de reunión y el altar, y pondrás en ella agua. 19 Y de ella se lavarán Aharón y sus hijos las manos y los pies. 20 Cuando entren en el tabernáculo de reunión, se lavarán con agua, para que no mueran; y cuando se acerquen al altar para ministrar, para quemar la ofrenda encendida para IHWH, 21 se lavarán las manos y los pies, para que no mueran. Y lo tendrán por estatuto perpetuo él y su descendencia por sus generaciones.
Según el verso 18, este lavacro estaba colocado entre el tabernáculo de reunión y el altar. Ahora Shemot 40:6-7 dice: «pondrás el altar del holocausto delante de la entrada del tabernáculo, del tabernáculo de reunión. Pondrás la fuente entre el tabernáculo de reunión y el altar,» y 40:29 dice: «Y colocó el altar del holocausto a la entrada del tabernáculo, del tabernáculo de reunión». Según estos versos surge una aparente contradicción, ¿qué está delante de la entrada a la tienda, el altar o el lavacro? La respuesta es que frente a la puerta de la tienda estaba el altar, pero corrido un poco hacia el sur entre el altar y la tienda estaba el lavacro. Así lo resuelve el tratado Zebajim 59a.
El verso 19 nos habla de lavarse las manos y los pies אֶת־יְדֵיהֶם וְאֶת־רַגְלֵיהֶם (et iedehem veet raglehem). Gramaticalmente no era necesario agregar el acusativo אֶת, como no se agrega en el verso 21 וְרָחֲצוּ יְדֵיהֶם וְרַגְלֵיהֶם (verajatzú iedehem veralehem) se lavarán las manos y los pies. El rabino Aryeh Coffman afirma que no actua אֶת como acusativo en este verso, sino que significa “con”, y se traduciría la frase “se lavarán sus manos con sus pies”. Según el tratado Zebajim 19b, los Kohanim lavaban sus manos con sus pies simultáneamente, poniendo su mano derecha sobre su pie derecho y su mano izquierda sobre su pie izquierdo.
El verso 20 nos habla de que esta ceremonia había que hacerla cuando entren a la tienda de Reunión (óhel moed o hejal) y esto era cada día por la mañana y por la tarde cuando entraban a quemar el incienso en el altar de oro del incienso; también cuando se rociaba dicho altar con la sangre del novillo del kohen gadol como se nos enseña en Vaiqrá 4:5-7: «Y el sacerdote ungido tomará de la sangre del becerro, y la traerá al tabernáculo de reunión; y mojará el sacerdote su dedo en la sangre, y rociará de aquella sangre siete veces delante de IHWH, hacia el velo del santuario. Y el sacerdote pondrá de esa sangre sobre los cuernos del altar del incienso aromático, que está en el tabernáculo de reunión delante de IHWH; y echará el resto de la sangre del becerro al pie del altar del holocausto, que está a la puerta del tabernáculo de reunión»; y, según Rashí, cuando se llevaba la sangre de los carneros de expiación por pecados de idolatría.
Pero el verso 20 también extiende el mandato de lavarse cuando se acerquen al altar para ministrar, para quemar la ofrenda encendida para IHWH. En el verso anterior, el 19, el mandato era lavarse al entrar a la Tienda para oficiar en el altar del incienso, pero en el verso 20 se extiende el mandato cuando se “acerquen” para oficiar en el Altar de cobre que estaba en la parte exterior de la Tienda en el Atrio y en el verso 21 se repite la frase para que no mueran para indicar que también se imponía la pena de muerte sobre los sacerdotes que se acercaran al Altar sin lavarse las manos y los pies, pues la primera mención de la pena de muerte únicamente se refería al sacerdote que entrara al santuario (hejal) sin lavarse las manos y pies.
El verso 20 también dice para que no mueran. Lo cual implica que, si no se lavan, morirán. Rashí enseña un principio exegético. La Torah fue enunciada en términos generales, y de la implicación de una expresión enunciada en términos negativos (para que no mueran) se entiende una implicación positiva (si no lo hacen así, entonces sí morirán).
Hasta aquí se ha trabajado a nivel de exégesis del texto sagrado para entenderlo a su nivel peshat. La mitzvah claramente cobija a los sacerdotes, no al resto de los israelitas. Entremos ahora a un nivel de halajah y de costumbres que los jueces han aplicado a todo judío.
Regresando al verso 18 se nos habla de hacer la fuente de bronce para lavar לְרָחְצָה (lerojtzah). Basándose en Onkelos, entendieron el verbo רחוץ «rajotz» como hacer abluciones. En el Talmud, Mishnah loma, se llama a la ablución, קדוש ידים «kidush iadaim«, cosa que sugiere que la ablución no se hacía necesariamente por razones de limpieza física, sino como signo de pureza y elevación. En palabras de Najmánides: דרך כבוד שלמעלה, «Dérej kavod shelemalah» -en señal de respeto para el Altísimo.
Esta intelección ha llevado a que incluso en nuestros días, todavía veamos que en sinagogas tradicionales haya una suerte de pila a la entrada de las mismas y los fieles hacen la ablución de las manos antes de entrar a orar. En Salmos 24:4 el autor habla del hombre de «manos limpias y corazón puro«, lo que confiere a la ablución el significado de un acto moral.
Es más, cuando antes de sentamos a comer, hacemos la ablución correspondiente pronunciamos la bendición de נטילת ידים «netilat iadaim«, que en arameo quiere decir “la elevación de las manos”.
Así que si se hace con este espíritu no tiene este ritual nada de malo, pero no debe entenderse como una mitzvah del Eterno, sino como una halajah o como una costumbre determinada o aprobada por las autoridades competentes. El problema surge, entonces, cuando se dan una o las dos causales siguientes. O que la ceremonia se presente como una ordenanza directa del Eterno que obliga a todos los iehudim, hombres o mujeres; o más delicado aún, si se la presenta como un acto de purificación para no impurificar los alimentos kasher. Pero un estudio ulterior de este tema lo dejamos para el estudio de la Brit haJadashah relacionada con la presente parashah.
¡Shabat Shalom!