Parashat Bereshit

Iniciamos un nuevo ciclo de lectura y estudio de la Torah. Obviamente continuaremos estudiando las mitzvot del Eterno, ya que el objetivo de nuestro estudio de Torah es para obedecer al Eterno. “Estas cosas que yo te ordeno el día de hoy estarán sobre tu corazón” (Devarim 6:6). 

 

Sin embargo, el libro de Bereshit casi no contiene mitzvot ya que se dirige más a hablar de los orígenes de los cielos y la tierra, de la vida, del hombre en general y en particular del pueblo de Israel en su fase patriarcal.

 

Por razones de introducción, haremos en primer lugar una introducción a la Torah y a su primer libro, para luego sí iniciar la exégesis y comentarios sobre sus capítulos. 

 

INTRODUCCIÓN A LOS ESCRITOS DE MOSHEH 

 

Los libros de Mosheh son cinco y forman lo que los rabinos judíos llaman חמשה חומשי תורה, «los cinco quintos de la Torah», lo que corresponde en griego a la palabra «Pentateuco».

 

En general se acepta que fueron escritos por Mosheh tanto por judíos como por cristianos. Sin embargo, algunas personas ateas han sugerido otra cosa. Hobbes (Leviath. par. 3. c. 33.) dice, por ejemplo, que son llamados libros de Mosheh no porque este haya sido el autor de ellos sino por ser el tema de ellos. Pero lo cierto es que Mosheh los escribió y es leído así en las sinagogas cada Shabat y no puede ser confundido con otros escritos. La misma Brit HaJadashah nos lo confirma de esta manera:

 

Jn. 1:45 «Felipe encontró a Natanael y le dijo: –Hemos encontrado a aquel de quien Mosheh escribió en la Torah, y también los Profetas: a Ieshúa de Nazaret, el hijo de Iosef».

 

Hch. 15:21 «Porque desde tiempos antiguos Mosheh tiene en cada ciudad quienes le prediquen en las sinagogas, donde es leído cada sábado».

 

Espinoza, sin embargo, fue uno de los racionalistas judíos influenciado por Aben Ezra que dudó que fuera Mosheh su autor, en razón a ciertos pasajes que le parecían que habían sido añadidos por otra mano. Pero no pudo ser Ezra (Esdras) el autor del Pentateuco, porque es muy claro que estos escritos existieron antes de ese tiempo, en los tiempos de Yoshiah, Amatziah, de David y también de Iehoshúa: 2 Cro. 34:14; 25:4; 1 Rey. 2:3; Jos. 8:34. Más aún son llamados en el libro de Ezra como los escritos de Mosheh: Ezra 3:2; 6:18, a lo que se puede añadir como prueba Devarim 34:9,24. 

 

Hay otros escritos atribuidos a Mosheh, pero no se puede decir que sean auténticos como la Analepsis de Mosheh, el Apocalipsis de Mosheh, la Ultima Voluntad y Testamento de Mosheh que son apócrifos.

 

INTRODUCCIÓN A BERESHIT

 

El primer libro se llama el «primer libro de Mosheh». También en hebreo es llamado Bereshit, que significa «en el principio», siendo la primera palabra del libro, como los otros cuatro libros de Mosheh que son llamados conforme a sus palabras iniciales. 

 

En las versiones siria y arábiga, el título del libro es «el libro de la creación» porque empieza con el recuento de la creación de todas las cosas. 

 

La versión griega lo llama Génesis, porque trata de la generación de todas las cosas, de los cielos, y de la tierra, y de todas las cosas en ellos y de la genealogía del hombre.

 

El libro habla de los primeros hombres, de los patriarcas antes del diluvio y después de este, hasta los tiempos de Iosef. 

 

Es evidente, en particular, que este libro de Génesis fue escrito por Mosheh según el testimonio de Felipe, y aun del mismo Mashíaj quienes testifican que habló del Mashíaj, Iojanán 1:45; 5:46[1], como en efecto, hizo en Génesis donde habló del Mashíaj como la simiente de la mujer que quebraría la cabeza de la serpiente (Gen. 3:15), como la simiente de Avraham, en el que todas las naciones de la tierra serían bendecidas (Gen. 22:18)[2], y como Shiloh al que se congregarán los pueblos (Gen. 49:10)[3].

 

Tampoco hay razón para creer que escribió este libro utilizando los anales de los patriarcas porque ni estos aparecen ni es probable que hayan hecho algunos. Tampoco que lo haya sacado de tradiciones trasmitidas de padres a hijos, considerando la largura de vida de los patriarcas. Pero hay tal variedad de particularidades respecto a tiempos, lugares, personajes, sus genealogías y circunstancias dadas tan detallada y minuciosamente, que difícilmente se puede decir que es fruto de la memoria, sino lo mejor es atribuírselo a la inspiración divina como rav Shaul lo indica de toda la Escritura (2 Tim 3:16). Porque ¿Quién sino Elohim le pudo informar de la creación, y de la manera y el orden en que cada criatura vino a la vida?

 

El objetivo del libro es llevar a los hombres al conocimiento y a la adoración del único verdadero Elohim, el Creador de todas las cosas, y al origen y caída de la humanidad, y señalar los medios y el método de la redención del hombre por el Mashíaj, la simiente prometida, y para dar un informe del estado de la «kehilah» de Elohim, en el tiempo de los patriarcas, antes y después del diluvio, desde Adán, por la línea de Set a Nóaj, y de Nóaj a los tiempos de Iosef, lo que contiene una historia de 2369 años según Usher (Annal. Vet. Test. p. 17).

 

Podemos dividir el libro en cinco secciones principales:

  1. La creación (1:1 a 2:25);
  2. La caída y la redención del hombre (3:1-4:7);
  3. Las distintas simientes, Qain y Set, hasta el diluvio (4:8-7:24);
  4. Desde el diluvio hasta Babel (8:1-11:9);
  5. Desde el llamamiento de Avraham hasta la muerte de Iosef (11:10-50:26).

A su vez, la última sección se puede dividir conforme a los patriarcas:

  1. Avraham (11:10 a 25:18);
  2. Itzjaq (25:19-26:35); 3. Iaaqov (26:36-50:26).

Más adelante estaremos viendo la composición de toda la parte dedicada a Iaaqov.

 

Ahora la parashah para este Shabat, que lleva el mismo nombre del libro, es singular, pues no solo marca el inicio de la Torah, la Escritura y las parashot, sino que trata temas tan fundamentales como la creación (capítulos 1 y 2), el inicio del pecado en la humanidad (capítulo 3), y la promesa divina de la redención (capítulo 3). Además, narra aspectos de los primeros patriarcas de la humanidad, la primera civilización y la decadencia de la humanidad antes del juicio del diluvio.

 

INTRODUCCIÓN A GÉNESIS I

 

Este capítulo presenta un recuento de la creación del universo, y de todas las cosas en este, afirma la creación de los cielos y la tierra en general, y describe el estado y condición de la tierra en su primera producción, Gen. 1:1-2. Luego procede a declarar la obra de cada uno de los seis días de la creación, a relatar la aparición de la luz, su separación de la oscuridad, trabajo del primer día (Gen. 1:3-5). La obra del segundo día (Gen. 1:6-8) la creación del firmamento. Luego la aparición de la tierra, de la producción de hierba y árboles. La obra del tercer día (Gen. 1:9-13) del sol, la luna y las estrellas. La obra del cuarto día (Gen. 1:14-19) de las aves, de los peces. La obra del quinto día (Gen. 1:20-23) los animales. Luego, el sexto día, la creación del hombre y la mujer según la imagen de Elohim, teniendo dominio sobre el resto de las criaturas (Gen. 1:26-28) y la provisión del alimento para el hombre y los animales (Gen. 1:29-30). El capítulo termina con una revisión por parte de Elohim de toda su obra (Gen 1:29-30), junto con su aprobación, obra del sexto día, y se cierra el recuento de la creación durante este espacio de tiempo (Gen. 1:31). 

 

La Mitzvah

 

Seguiremos el orden presentado en el Séfer HaJinuj, que a su vez se basa en el Séfer HaMitzvot de Maimónides, de las 613 mitzvot dadas por el Eterno. En todo el libro de Bereshit solo se encuentran tres mitzvot y en la parashah Bereshit encontramos la primera: mitzvah 1: Precepto de “fructificar y multiplicarse” (Gen 1:28). Dice así el texto sagrado:

  וַיְבָ֣רֶךְ אֹתָם֮ אֱלֹהִים֒ וַיֹּ֨אמֶר לָהֶ֜ם אֱלֹהִ֗ים פְּר֥וּ וּרְב֛וּ וּמִלְא֥וּ אֶת־הָאָ֖רֶץ וְכִבְשֻׁ֑הָ וּרְד֞וּ בִּדְגַ֤ת הַיָּם֙ וּבְע֣וֹף הַשָּׁמַ֔יִם וּבְכָל־חַיָּ֖ה הָֽרֹמֶ֥שֶׂת עַל־הָאָֽרֶץ׃

Vaibárej otam Elohim, vaiómer lahem Elohim. Perú urvú umilú et-haaretz vejivshúah, urdú bidgat haiam ubof hashamaim uvjol-jaiah haroméset al-haaretz.

 

 

Y los bendijo Elohim; y les dijo Elohim: Fructifiquen y multiplíquense, llenen la tierra y sométanla; y dominen sobre los peces del mar y sobre las aves de los cielos, y sobre todo animal que se mueve sobre la tierra.

וַיְבָרֶךְ אֹתָם אֱלֹהִים  (Vaibárej otam Elohim), Y los bendijo Elohim. Con el hecho de que Elohim bendijo al hombre y a la mujer quiso decir que la función de ellos no es meramente reproductiva, sino que combina su continuidad física con su espiritualidad.

 

La tradición oral judía incluye este precepto universal (que afecta a los bené Nóaj incluso) en una de los 613 mitzvot que afectan al ser judío en su vida cotidiana que debe ser no solo rutinaria sino también trascendente.

 

וְכִבְשֻׁהָ (vejivshúah) y sométanla: A esta palabra le falta la letra ו. La palabra normalmente debería estar escrita וכבשוּה, puesto que se lee como un verbo en plural “sométanla”. Esta ausencia de la ו permite que el verbo pueda ser leído en singular como “él la someterá”. En ambos casos, el sufijo pronominal ה es femenino y puede aplicarse a la tierra o a la mujer. 

 

Rashí aplica el sufijo a la mujer, “que el varón domina a la mujer para que no sea callejera”, apelando a una interpretación agádica. Puesto que la tierra entera pertenece a Elohim, no parecería congruente que Elohim ordenase someterla[4]. Además, puesto que el hombre acostumbra a someter a otros, sobre él recae el mandamiento de fructificar y multiplicarse y no sobre la mujer[5].

 

Pero esta interpretación se aleja del sentido simple del verso debido a la incongruencia de la yuxtaposición del mandamiento de multiplicarse con la idea de sometimiento, lo que da pie a la segunda interpretación, que el sometimiento se refiere es a la tierra. Es decir que el ser humano recibe no solo la capacidad, sino el imperativo de explotar y desarrollar los recursos naturales de la tierra. Sin embargo, no debemos olvidar que más adelante la misma Torah limitará el uso que el ser humano debe hacer de la naturaleza. Por ejemplo, en Devarim 20:19 se recomienda que aun en caso de guerra no se debe destruir árboles frutales.

 

פְּרוּ וּרְבוּ (Perú urvú), Fructifiquen y multiplíquense. Queda en duda si es un mandamiento exclusivamente para los varones, ya que este capítulo se dirige a toda la humanidad y no específicamente al pueblo judío. Por otra parte, el argumento de que el mandamiento se dirige al varón y no a la mujer pues este es el que domina a la mujer, como vimos, no es absolutamente cierto desde el punto exegético, pues el verbo de sometimiento se puede referir tanto a la mujer como a la tierra. No quiero meterme en asuntos de si la obligación incumbe solo al varón sea una posición machista o no, llevada a la religión, dado que esto requería un estudio sociológico histórico. Por el contexto del pasaje, el Eterno se está dirigiendo tanto al varón como a la mujer pues desde el verso anterior 1:27 se está hablando tanto del varón como de la mujer: Varón y hembra los creó… y los bendijo Elohim…

 

De todas maneras, del “fructificad y multiplicaos” los exégetas deducen que es obligatorio el matrimonio para poder cumplir el mandamiento de una manera legal y sana. 

 

El judaísmo siempre ha considerado al matrimonio como normal y deseable, «las personas no casadas viven sin gozo, sin bendición y sin bien, un varón no casado no es varón a cabalidad» (Talmud: Iebamot 62b-63a).  Por otra parte, algunas ramas de la cristiandad llegaron a atribuirle anormalmente un alto estatus al celibato. Sin embargo, una cosa es lo que Ieshúa dijo y otra como lo han interpretado esas ramas de la cristiandad.

 

No han faltado en la historia, voces que proclaman que Ieshúa y sus seguidores se oponen a este primer mandamiento. Por ejemplo, traen el siguiente texto de Ieshúa: Entonces él les dijo: No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado. Pues hay eunucos que nacieron así del vientre de su madre, y hay eunucos que son hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se hicieron eunucos por causa del reino de los cielos. El que sea capaz de recibir esto, que lo reciba. (Matitiahu 19:11-12). Incluso algunos de sus discípulos llegaron a decir que no conviene casarse (Matitiahu 19:10). Así algunos entienden que Ieshúa estaba enseñando que literal o figuradamente, Ieshúa estaba estableciendo que había que hacerse eunuco por el reino de los cielos, es decir, ni casarse, ni tener hijos.

 

Pero debemos entender, en primer lugar, que Ieshúa no está hablando aquí en contra del matrimonio, sino en contra del divorcio por cualquier motivo, como puede verse de los versos anteriores: Le dijeron [los fariseos] ¿Por qué, pues, mandó Mosheh dar carta de divorcio, y repudiarla? El les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Mosheh os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así. Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera. 

 

En segundo lugar, Ieshúa en vez de ir contra la Torah, precisamente acude a la Torah, para respaldar su posición no liberal respecto al divorcio: Por eso en los versos 4 y 5 Ieshúa dice: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio [Bereshit], varón y hembra los hizo, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne? (Bereshit 2:24)

 

En tercer lugar, en las versiones arameas de este pasaje (el Siríaco Antiguo y la Peshita) la palabra que la versión griega trae como “eunuco” es מהימנא (mehaimná), que sí puede significar “eunuco” pero también puede significar “creyente” o “alguien fiel” como claramente es lo que se quiere significar en estos pasajes. La versión Código Real precisamente lo traduce así: Porque hay hombres fieles que recibieron esto desde el vientre de sus madres, pero hay otros que tienen que esforzarse por ser fieles para no ser escándalo a los hombres mientras que otros tendrán que batallar con todas sus fuerzas para alcanzar este nivel de fidelidad porque así lo exige el Maljut HaShamáim.

 

Del texto de 1 Cor. 7;1 “bueno le sería al hombre no tocar mujer” consideran que hay que ser célibe. Del verso 7 de la nota de Rav Shaul “desearía que todos fuesen como yo”, se puede inferir que él vio el celibato como la condición preferible para los creyentes; y de los versos 8: “Digo, pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo”, del verso 26: “Tengo, pues, esto por bueno a causa de la necesidad que apremia; que hará bien el hombre en quedarse como está”, del 32 a 34: “Quisiera, pues, que estuvieseis sin congoja. El soltero tiene cuidado de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor; pero el casado tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer. Hay asimismo diferencia entre la casada y la doncella. La doncella tiene cuidado de las cosas del Señor, para ser santa así en cuerpo como en espíritu; pero la casada tiene cuidado de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido”, del 38: “De manera que el que la da en casamiento hace bien, y el que no la da en casamiento hace mejor”, del 40: “Pero a mi juicio, más dichosa será si se quedare así”, podría uno argumentar que Shaul tiene un punto de vista resentido contra el matrimonio.

 

Algunos críticos, basando su juicio en este capítulo y en la tradición cristiana del celibato de las órdenes monásticas y del celibato del sacerdocio católico romano, encuentran que esas enseñanzas sobre el matrimonio contradicen tanto la naturaleza como la Torah.

 

Más aún las estadísticas demográficas proveen evidencia de apoyo, el 98% de los judíos de Estados Unidos se casan contra el 93% de la población como un todo.

 

Sin embargo, para evaluar la enseñanza de Shaul, se debe tener en cuenta las circunstancias en las que escribió, particularmente este punto:

 

La comunidad mesiánica en Corinto había emergido de un pasado pagano salvaje y todavía para el tiempo de la carta no eran todavía capaces de controlar sus impulsos de una sexualidad licenciosa. El verso 2 lo confirma: “pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido”. El verso 5 así mismo: “para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia”. El verso 9 lo dice: “pero si no tienen don de continencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando”. Y no mencionemos los capítulos 5 y 6 acerca del que se acostaba con la esposa del padre, o de los fornicarios, los adúlteros, los afeminados, o los que se echaban con varones. Así que la aplicabilidad de cada regla a los creyentes generalmente se debe examinar en el contexto y esto es lo que hemos hecho.

 

Así que dependiendo del llamamiento y de las preferencias de los individuos; Ieshúa, como Shaul, permiten que el casado o el soltero puedan participar en el servicio a Elohim y a la humanidad; y se cuidan de minimizar la culpabilidad innecesaria de parte de los que toman su decisión. 

 

Puede haber casos, eso sí excepcionales, en que expresamente el Eterno solicite de algunos de sus siervos que no se casen, o que permanezcan en viudez, como fue el caso de Irmiahu (Jer. 16:2).

 

La conducta y actitud de mucha de la juventud actual de no quererse casar o no tener hijos es una clara oposición al plan y al mandamiento del Eterno que hemos estudiado.

 

Shabat Shalom

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[1] Ioj 1:45 Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquél de quien escribió Mosheh en la Torah, así como los profetas: a Ieshúa, el hijo de Iosef, de Nazaret.

Ioj 5:46 Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él.

[2] Gen 22:18 En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.

 

[3] Gen 49:10 No será quitado el cetro de Judá, Ni el legislador de entre sus pies, Hasta que venga Siloh; Y a él se congregarán los pueblos.

[4] Masqil leDavid.

[5] Iebamot, 65b.